lunes, 17 de junio de 2013

Cómo elegir tu ampli: La lista de la compra

Canales
Lo primero que tendríamos que decir es que la pista clave la hemos dado ya. Está ahí en el primer párrafo, donde dice “tus necesidades”. Ya hemos visto en esta pequeña serie de artículos algunas de las características principales de los amplificadores entre las que tendrás que elegir: válvulas o transistores, combos o cabezales, potencia... Pero las entrañas de un ampli no se reducen única y exclusivamente a estos aspectos. Tienen mucho más que ofrecer, y en el momento de decidirte por uno u otro deberías tener bien claro “qué necesitas”.


Por ejemplo, el diseño más sencillo con el que te toparás será el de un solo canal. A veces, ni siquiera tendrás demasiadas opciones de ecualización y moldeado del tono: un pote general, y poco más, o el clásico triunvirato de Bajos, Medios y Agudos. Pero a poco que bucees entre las diferentes marcas y modelos, verás que las posibilidades son prácticamente infinitas: amplificadores de dos canales, de tres, ¡de cuatro!, con poquitos controles o con una legión de potes que te permiten cambiar hasta el idioma en el que tu aparato te dará las indicaciones de tráfico. Bueno, casi...

En este apartado, nuestro consejo es que no te vuelvas loco y hagas, antes de nada, una reflexión: ¿necesitas poder cambiar drásticamente de un sonido a otro en un segundo? ¿Puedes cubrir esta necesidad con el uso de pedales? ¿Precisas varios sonidos distorsionados diferentes, además de un limpio y cristalino?

Las respuestas a estas preguntas comenzarán a señalarte el camino adecuado. Es probable, por ejemplo, que para tu estilo de música (blues, rock más clásico) te baste con controlar tu nivel de ganancia y suciedad sónica a través del pote de volumen de tu guitarra: con un ampli de válvulas calentito, a medio camino puedes tener un crunch rítmico, con el pote abajo un sonido aceptablemente limpio, y con el mismo al 10, tu paraíso personal para esos momentos solistas de desmelene. Si esto es así, un solo canal en tu amplificador será suficiente. Pero si tocas estilos de música más contemporáneos, o metaleros, tal vez precises de un sonido totalmente limpio y, de ahí, saltar a una distorsión revienta-cráneos. Entonces dos canales serán casi una obligación.

Si, además, no tienes ningún interés, ganas o presupuesto para cargar con un buen arsenal de pedales, es también probable que una solución con incluso más canales te interese, pudiendo disponer de diferentes grados o tipos de distorsión para diferentes situaciones musicales. Aquí es donde cobrarán sentido esos monstruos de 3 y 4 canales. O, al revés: si eres un coleccionista incorregible de efectos y tienes dotes para el claqué sobre el escenario, podrás suplir esta necesidad con un solo canal limpio y diferentes pedales de overdrive y distorsión que alternar o combinar para lograr el sonido deseado en cada momento.

Loops y efectos
Lo cual nos lleva a otro aspecto importante: los efectos del propio ampli y esa opción por la que muchos venderían su alma llamada loop de efectos. En cuanto a los primeros, la cosa es sencilla: muchos aparatos incorporan efectos como reverb o trémolo. ¿Los vas a necesitar? ¿Son, yendo aún más lejos, una base de tu sonido? Si las respuestas son sí, una unidad que los incluya será interesante. Si no, no te dejes engatusar por el “y si...”: no te hacen falta, y lo único que harán será encarecer el precio o, en el peor de los casos, afectar al tono que acabarás sacando de tu ampllificador.

De nuevo, la clave está en qué necesitas y en la aplicación que le vayas a dar: ¿quieres, simplemente, tocar en tu casa? Entonces una opción con modelado de efectos puede ser la idónea, ya que tendrás una miríada de sonidos fácilmente configurables a tu alcance. Para situaciones de directo, no obstante, los pedales tradicionales son, por lo general, mucho más cómodos, fiables y, según oídos, mejores.

Finalmente, el loop de efectos no es sino una opción que permite añadir pedales a tu señal en un punto posterior a la etapa de preamplificación del amplificador. Esto ofrecería algunas ventajas: que éstos actuarían directamente sobre una señal ya amplificada, con lo que el efecto es más claro, y que la señal de la guitarra no se vería degradada en su camino hacia el amplificador.

Lógicamente, esto tiene su sentido con algunos tipos de efecto concretos, como el delay o la reverb, que son los que más se usan a través de un loop (las distorsiones, por ejemplo, siempre irán entre la guitarra y el ampli), y que pueden beneficiarse de ser aplicados tras la amplificación o, mejor, distorsión, y no al revés, lo que puede resultar en sonidos menos definidos o directamente enguarrados e inútiles. De nuevo, has de hacerte varias preguntas: ¿realmente usas ese tipo de efectos? ¿Lo haces sobre sonidos distorsionados o limpios? Y, en casos como la reverb, ¿están ya incorporados en tu amplificador?

Las respuestas, aún a riesgo de repetirnos, te dejarán claro si realmente necesitas un loop de efectos. Y, en general, el tipo de amplificador que necesitas para el tipo de música que quieres hacer. Lógicamente, siempre existe la posibilidad de llegar a esa respuesta que enviaría al traste todo el sentido de este artículo: “No, pero... ¿y si lo necesito más adelante?” En ese caso, no podemos ayudarte: habrás comenzado un camino muy peligroso que lleva, directamente, al lado oscuro de esta afición, donde perderás todo sentido de la realidad y hasta el último céntimo de tu cartilla de ahorros. Por no decir que jamás encontrarás el ampli adecuado, ya que no es nada fácil encontrar uno que lo tenga... todo.

Haznos caso: antes de ir de compras, siéntate, reflexiona, apunta qué vas a necesitar, reduce tu lista a tus necesidades reales, a tu estilo.

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